Diferencias entre los ataques de ansiedad y pánico
Antes de entrar en materia, destacar que básicamente un ataque de ansiedad y un ataqué de pánico comparten unos síntomas muy similares, la diferencia entre ambos es el detonante. Un ataque de ansiedad se gesta mediante un proceso elaborado, ante una situación en la que percibamos un peligro inminente, la posibilidad de morir o perder el control de forma que esta pérdida suponga graves daños. Los ataques de pánico sin embargo, provienen de forma abrupta y en la mayoría de casos fruto del miedo a sufrir otro ataque de pánico, por eso, aquellas personas que en algún momento de su vida sufrieron un ataque de pánico o ansiedad, son más proclives a padecerlos.
Sintomatología de los ataques de ansiedad y pánico
Los síntomas son muy similares entre ambas psicopatologías. En cuanto a los síntomas físicos destacar: sudoración, temblores, hiperventilación, taquicardias, sensación de falta de oxígeno, escalofríos. También hay que tener en cuenta los síntomas psicológicos como: sensación de peligro o muerte, fatalidad inminente, temor a perder el control. Son precisamente estos últimos los que activan nuestro sistema nervioso simpático que se encarga de acelerar todo nuestro organismo preparándolo para una respuesta ante un presunto peligro. Precisamente por ser el factor psicológico el desencadenante de la sintomatología física, me ocuparé primero de estos.
Síntomas psicológicos en una ataque de ansiedad
La Subjetividad
La percepción de peligro es extremadamente subjetiva. Hay personas que saltan en paracaídas sin pensárselo dos veces, hay otras que lo piensan y se lanzan, otros que además de pensárselo precisan de un empujón y otros como yo, incapaces de subirse al avión. El motivo de que existan tantas formas de afrontar un mismo evento, es la percepción del peligro de cada cual. Mientras unos ven una diversión y el disfrute de multitud de sensaciones, otros no encontramos más que angustia, temor y miedo. No se trata de valientes y cobardes, porque perfectamente un torero se enfrenta al toro con coraje, osadía y valentía, valores que no dispone para conducir una moto a 200 km/h.
Experiencias negativas
La percepción del peligro depende también de otros factores además de la subjetividad. Las experiencias pasadas pueden suponer un fuerte hándicap a superar. Un trauma del pasado o la vivencia de una situación estresante, pueden degenerar en un ataque de ansiedad ante estímulos similares o de cierto parecido. Por ejemplo una persona que haya sido agredida en una calle oscura, puede desarrollar una fobia a la oscuridad en espacios abiertos y ante estímulos de estas características desencadena una serie de pensamientos negativos que sirven como detonante de un ataque de ansiedad.
Sensación de falta de control
En ocasiones el peligro aparente no se deriva de aspectos externos, sino de nuestra propia autoestima, sobre la creencia de nuestras capacidades o preparación para superar una situación. En esta coyuntura interviene de una forma muy directa la personalidad de cada cual, la forma en que afronte situaciones nuevas, su resiliencia, introversión o extroversión, etc. Por supuesto las experiencia pasadas, también nos pueden aportar mayor o menor autoestima sobreponderando o infraponderando nuestras habilidades. De este modo, una persona que afronte un examen de carnet de conducir con baja autoestima o con experiencias negativas en otros exámenes, aunque hayan sido de otras materias, puede desencadenar un ataque de ansiedad en el momento de afrontar el reto.
La sensación de falta de control nos induce a pensamientos repetitivos negativos, son como cadenas de acontecimientos fatalistas que pasan por nuestra mente de forma automática y en los todos los finales conducen a la adversidad. La persona bajo esta presión hace saltar todas las alarmas, la respiración se acelera, el ritmo cardiaco, la sudoración y como consecuencia el pánico.